En el Museo de
Miramar se encuentra en exhibición uno de los pocos carros de carga
que aún se conservan. La Chata de Garbiso es una pieza de valor
histórico inestimable, que contribuye de manera tangible a referir
una época pasada. Es sin lugar a dudas un bien cultural cuyo valor
excede las fronteras de nuestro distrito.
En el Museo Municipal “ Punta Hermengo” ubicado en la
ciudad de Miramar, específicamente en el Bosque del Vivero Dunícola
Florentino Ameghino, partido de Gral. Alvarado, se encuentra en
exhibición para asombro y deleite de visitantes y turistas un objeto
casi único en su especie. .
La historia de la “Chata de Garbiso”, “Chata Vieja”
o, como realmente había sido nombrada por su propietario “La
Bienvenida, está ligada a la vida y la historia de quien no solo
fuera su conductor o manejante como se dice en la jerga sino quien
además fuera hasta el último de sus días su mas fiel custodio Don
Emilio José Garbiso. Éste, fue consciente del invaluable valor
histórico de la “Chata Vieja” de ahí su interés de donarla al museo
para que pudiera ser preservada. Para que allí se levantara como
documento vivo y tangible de un modo de vida y de trabajo que hoy
aparecen para nosotros desconocido. Don Emilio, lejos de cualquier
mezquindad prefirió convertirla en un objeto de inestimable valor de
nuestro patrimonio cultural y sin dudarlo, donó no solo la chata
sino que con enorme generosidad, también donó el aperaje completo,
en el mayor de los casos realizados por él mismo, así como otros
objetos utilizados en su vida como carrero o chatero de igual valor
documental e histórico; tales como el crique, el farol, el látigo,
entre otros.
UN POCO DE HISTORIA
Es necesario situarse alrededor de 1860. Nuestro
país, lejos de poseer grandes urbes, estaba compuesto por poblados
formados por unas pocas manzanas en torno a una plaza a las que los
viajeros europeos describían como “pueblos desparramados” o
“colecciones de ranchos”. Por aquel entonces el desequilibrio
demográfico era notorio, existían los llamados caminos reales,
creados a fuerza de tanto transitar por la misma huella. Basta como
ejemplo el citar a Guillermo Rawson quien siendo Ministro del
Interior en el año 1863, se quejaba: “Aquí no hay caminos, no se
puede llamar caminos a esa huellas profundas y sinuosas formadas no
por el arte sino por el ir y venir de las gentes a través de las
vastas llanuras, por en medio de los bosques o por las cumbres de
las colinas y montañas”
Es menester añadir que a las dificultades geográficas
y topográficas se sumaba la inseguridad de los caminos que no hacia
más que acentuar la lentitud de los transportes. Existen numerosos
relatos de viajeros que describen las difíciles comunicaciones
derivadas de las continuas contiendas civiles, la presencia de
malhechores, soldados desertores e indios.
Contemporáneamente acontece el período conocido como
“ciclo de la lana”.
Éste consistía en el paulatino reemplazo de la
estancia vacuna tradicional, productora de cuero y tasajo para la
exportación, por la estancia lanar y el predominio de la producción
y exportación de lanas. Según enuncia Hilda Sábato en su obra,
Capitalismo y ganaderia en Buenos Aires. La fiebre lanar 1850 –
1890, “(…) La empresa lanar producirá modificaciones en la
estructura de la producción ganadera al disminuir la extensión de
los predios, introducir el alambrado y aumentar la variedad de las
tareas rurales.”
La llegada del ferrocarril hará que las distancias se
acorten y asimismo producirá un desplazamiento de los medios de
transporte hasta entonces vigentes, la mula, la carreta y la
diligencia. La mayor capacidad de carga de las chatas con respecto
a las carretas, así como también la mayor estabilidad de las chatas
respecto de estas al poseer cuatro ruedas provocara una lenta
desaparición de las carretas y su reemplazo por las chatas. En este
marco aparecen las primeras tiradas originalmente por bueyes
quienes paulatinamente fueron reemplazados por caballos. De allí
surge el termino boyero que era originalmente quien tenia a sus
cargo el cuidado de los bueyes . Luego por extensión aún cuando
estos habían sido reemplazados por caballos se siguió utilizando,
cuando en realidad el encargado de cuidar los caballos en la chata
es denominado “caballerizo”.
Las chatas de carga se fabricaron en la provincia de
Buenos Aires en las localidades de Balcarce y Azul. Se consideraba
que las azuleñas eran las mas fuertes. También se las fabricó en
Pringles , Bahia Blanca, San Pedro, Flores y Olavarria entre otros
lugares. Tuvieron a su cargo el transporte desde aproximadamente
mediados de 1860 hasta 1935 en que lentamente comenzaron a ser
reemplazadas por los camiones. Lamentablemente las chatas fueron
desmanteladas en la mayoría de los casos, los hierros se vendieron
como metal y actualmente se conservan solo unas pocas. Una de ellas
“La Bienvenida” “Chata Vieja” o “Chata de Garbiso construida
alrededor de 1868 en Azul, se conserva, para asombro de todos
quienes la contemplan en el parque del Museo de Miramar, como
testigo mudo y certero de un país que supo forjarse trabajando la
tierra y con el esfuerzo de criollos como Don Emilio Garbiso.
ASPECTOS TÉCNICOS
1- LA CHATA, MATERIALES, DIMENSIONES,
COMPONENTES
Estos enormes carros eran denominados indistintamente
como carros o chatas. Siendo su conductor denominado manejante o
chatero. Al ayudante se lo denominaba peón o caballerizo y cumplía
el mismo rol que antaño cumplían los boyeros a saber, atar, desatar,
y alimentar los caballos que tiraban de la chata.
En cuanto a los detalles respecto de la vida del
carrero existen dos libros que me permitiré mencionar a fin que
quienes sientan mayor interés puedan hallar respuesta a sus
preguntas. El primero que referiré se titula La Chata Grande escrito
por el viajero Guillermo Dohme y cuya traducción estuvo a cargo del
Ing. Raúl Aquerreta. El segundo libro fue escrito por un carrero
llamado Aaron Esevich titulado El Padentrano en el cual relata sus
experiencias y describe minuciosamente aspectos técnicos.
La jornada comenzaba
nuevamente cuando un gallo enano o pigmeo enjaulado hacia de
despertador. En el Museo de Miramar se conserva el molino de granos
que perteneció a la chata. En ese momento el peón buscaba a los
caballos, los ataba mientras el chatero preparaba el desayuno que
consistía en mate con churrascos. Una vez terminada la atada la cual
demoraba una hora aproximadamente, comenzaba otro día de trabajo.
El peso de la chata era de aproximadamente 3000 a
3800 kg. Y su longitud entre 5 y 8,5 m. según se tratara de chatas
medianas o grandes respectivamente.
Las ruedas traseras llegaron a medir 3,5 m de altura,
las cajas eran de lapacho y las ruedas de quebracho colorado.
El detalle de las ruedas traseras es importante
puesto que además de facilitar el desplazamiento una vez puesta en
marcha, ponía a salvo del agua su carga en los inevitables cruces de
lagunas, arroyos, bañados, cañadas, etc, muy comunes en los caminos
de nuestra campaña.
En las chatas grandes el eje estaba mantenido en su
lugar mediante un anclaje denominado pata de gallo. En tanto que el
eje delantero tenía ruedas más pequeñas para que al manejar,
pudieran pasar debajo del piso de la caja. El tamaño de las ruedas
traseras facilitaba como hemos dicho, el manejo en terrenos
difíciles. Éstas estaban aseguradas mediante fuertes cuñas que
entraban en muescas que se realizaban en el eje.
El manejo se hacía mediante varas enganchadas en el
balanzón que se mantenían levantadas mediante cadenas unidas a un
elástico o resorte. Sin los caballos, las varas se mantenían
levantadas mediante una cadena sujeta al pescante. Dos vigas
exteriores corrían por debajo del piso, sobresaliendo medio metro
por la parte trasera, eran los limones donde descansaba la culata
bajada y en cuyos extremos llevaban argollas en las que se ataban
los caballos de reserva.
A la derecha del manejante se encontraba la manija de
freno que mediante resistentes barras permitía apretar firmemente
las zapatas. Relata Garbizo que para optimizar el freno, en las
zapatas se colocaban alpargatas que evitaban el deslizamiento y
reforzaban el freno.
El manejante llevaba generalmente las riendas en la
mano izquierda en tanto que en la derecha sostenía el látigo. Éste
estaba formado por un cabo, una trenza de fino mimbre, de 1,2 m. de
largo, de donde se prendía la larga trenza de finas lonjas. A pesar
de lo que pudiera imaginarse el buen carrero utilizaba poco su
látigo y trataba a los caballos como “cristianos”. Refiere Don
Emilio Garbiso que no se los maltrataba porque son animales muy
inteligentes que saben su labor y saben obedecer, además una vez que
el caballo se acostumbra al golpe ya no responde y por el contrario
se vuelve “mañero”. Motivo por el cual el látigo solo servia para
tocar al caballo nunca para castigar.
Cada chatero sentía orgullo de su vehículo por lo que
era común verlas embellecidas, la madera era perfilada, se las
pintaba de diversos colores, en algunos casos con los colores de la
bandera nacional en rombos, en tanto que las ruedas generalmente se
pintaban de color rojo. En algunos casos se les daba un nombre tales
como “Por fin llegó”, “Fragata Sarmiento”, “Soy tuya” algunas de las
chatas conocidas, o como en el caso que nos ocupa, “La Bienvenida”.
Cuenta Don Emilio en un testimonio audiovisual al preguntársele por
el aspecto estético de la chata:” Imagínese, cuando andábamos por
ahí no queríamos que otro criollo pensara que andábamos perdiendo
las hilachas, por eso la cuidábamos.” Y mas adelante agrega:” cuando
llegábamos a un pueblo era una fiesta.” Baste para ello imaginarse a
la chata vieja con todo su aperaje reluciente y cuidado, con el
cascabeles de los caballos que se agitaban al paso del carro.
2-LA ATADA DE LOS CABALLOS
Me referiré a continuación a uno de los aspectos más
importantes de la chata como lo es la atada de los caballos, sus
diferentes roles en el trabajo, y la manera en que estos se ubicaban
y se ataban ya sea al carro o se acollaban a otro caballo.
De las varas de la chata se ataba el caballo
denominado varero
(a), éste era
presumiblemente el caballo más fuerte. En sus costados se ubicaban
los tronqueros (e), éstos iban enganchados de los balancines y éstos
a su vez en el balanzon de la chata, asimismo iban acollarados al
varero.
En unas argollas colocadas en las puntas de las varas
se sostenía el balancín del cadenero (b), quien junto con el varero,
constituían la pieza principal y de mayor responsabilidad del
conjunto. Habitualmente estos eran los caballos a los que se
manejaba.
Acompañando al cadenero se ubicaban los balancineros
(c) que tiran con balancines sujetos por medio de cuartas del eje
delantero.
Los culateros fueron una creación argentina. Éstos
eran utilizados cuando las bajadas eran muy pronunciadas, el freno
de la chata y el varero no podían soportar todo el peso. Entonces
los culateros que eran generalmente dos se ataban en contra de la
dirección de la marcha, para evitar accidentes.
El
número de caballos variaba conforme lo fuera requiriendo el peso de
la carga desde dieciséis hasta un total de veinte.
LA CHATA
VIEJA Y SU CUSTODIO EMILIO GARBISO.
SEMBLANZA
Emilio José
Garbiso, era hijo de Don Miguel Garbiso de origen vasco y de Doña
María Zalafranca de origen aragonés. Nació en Necochea el 5 de julio
del año 1903. A los diez años la familia se radica en Otamendi.
Refiere Don Emilio:” en los tiempos en que nosotros nos criábamos no
había buenos caminos y ya a los ocho o diez años nos daban las
riendas para que fuéramos aprendiendo a manejar en vacio” y
continua: “teniamos prohibido gritarle a los caballos y menos
pegarles. Con todo, muertos de frío sobre el pescante , tanto que se
nos caían las lágrimas, asi aprendíamos a manejar y a cuidar las
cosas así a los dieciséis o diecisiete años ya éramos capaces de
manejar el carro y cuidar de los caballos y los aperos.”
El padre de don
Emilio llegó a contar con una flota de hasta ocho carros. “La Chata
Vieja” como don Emilio la denomina es la primera de la flota, ésta
llegó a ser empeñada en Azul para con lo obtenido adquirir mas
carros, finalmente fue recuperada por el mismo Emilio Garbiso en una
herrería de Necochea ahí la compra nuevamente para conservarla en la
familia hasta la donación al Museo Punta Hermengo.
La “Chata Vieja”
se construyo en Azul presumiblemente hacia 1868. Desde muy joven y
,una vez recuperada para la familia, Don Emilio se convirtió en su
custodio y así permanecería hasta sus últimos días.
Relata Garbiso:”
Pero todo esto no era tan fácil porque no había caminos buenos como
ahora, había que abrir los alambrados para pasar por dentro porque
las calles eran imposibles. En los pantanos que había se caían los
caballos. Por eso había que ir cortando campo lo que era muy
peligroso porque se aparecían sanjones que eran más peligrosos que
los arroyos.”
Refiere Don
Emilio que cuando realizaban transportes a la zona de Vidal rumbo al
puerto de Mar del Plata tenían que cruzar el Arroyo Grande de Vidal,
y que en algunos lugares la profundidad era de 80 cm. según su
propio testimonio a los caballos se le veía la cabeza y parte del
lomo.
Parece mentira pero a veces parecía que en lugar de cola
tenían un palo colgado porque con el barro se salpicaban hasta las
orejas. Teníamos que dejarles la cola larga para defensa de los
mosquitos y las moscas, porque en los campos bajos abundaban éstas
plagas.”
Hasta el año
1935 Don Emilio manejó la chata. En ese año adquirió un camión para
realizar sus labores. Sin embargo conservo la “Chata Vieja”. Nos
cuenta en un documento de puño y letra :”Nunca la abandoné. Llegué a
tener la constancia de desarmarla por completo cambiándole los
tornillos que se cortaban de viejos, alguna madera que estaba
podrida. Y al mismo tiempo poniéndole bastante aceite para
conservarla. Algunos decían para que trabaja tanto, está loco si eso
ya no sirve, pasó a la historia. Y ahora que dirán cuando la ven
pasar cargada de niños a la Chata Vieja, se salvó no por ser mejores
que otras, se salvó porque el apellido Garbiso está metido entre las
maderas”
Así la “Chata
Vieja comenzó su participación en las fiestas criollas desfilando en
Otamendi, la Laguna de los Padres, la estancia La Calandria, Batán y
en Miramar en la Fiesta de la Tradición frente al Mar.
En el año 1986
por medio del acta notarial, escritura nº 339/ 86 rubricada ante el
notario Mario Vera de la localidad de Miramar, Garbiso donó al
Municipio De General Alvarado la “Chata Vieja “con todo su aperaje,
y demás elementos que hacían a la vida del carrero tal como el
barril de agua, el farol, el crique, el porrón de cerveza que usaban
para procurar abrigo durante los inviernos, entre otros. Mucho tuvo
que ver con su decisión la familia Garbiso, sus hijos especialmente,
así como también la comisión del Club Atlético Defensores de la
ciudad de Miramar, quienes homenajearon especialmente a Don Emilio
con oportunidad de la donación de “La Bienvenida”.
Allí se la puede
observar en perfecto estado, levantarse orgullosa, testigo de una
historia centenaria. Cuesta explicar a personas ajenas al tema su
desempeño, su función, nos miran extrañados cuando les contamos que
era tirada por dieciséis caballos, pero como finaliza su escrito Don
Emilio:” porque me crié con esto y en cincuenta años que está sin
producir podía haberme cansado de cuidarlo, pero nunca la abandoné a
esta reliquia porque es nuestra tradición…porque con esto se formó
la patria nuestra con nuestro caballito criollo que digan lo que
digan o piensen lo que les parece pero hasta 1929 en muchas partes
era así” y firma orgulloso con su nombre completo.
Tal fue la
dimensión que este objeto llegó a tener en aquellos que aman la
cuestión criolla que el popular cantor y poeta de los pagos de
Mechongué, el querido y recordado Tito Ramos, escribió una huella
especialmente y una foto de la chata cargada de chicos y manejada
por Don Emilio eran la portada de su disco. Su letra dice:
Mañana del
domingo
El sol asoma,
Y la chata e’Garbizu
Baja una loma (Batán)
Va con rumbo a una
fiesta
Que hay jineteada,
Luciendo sus aperos
Y caballada
A la huella, a la
huella,
La chata vieja
Ha llegado hasta el
campo
Ande es la fiesta.
A la huella, a la
huella,
Mis paisanitos,
Anduvieron en chata
Todo el domingo
Laraira, laraira
Laraira lero
La pucha con Garbizu
Qué hombre campero…!
Pensar que en otros
tiempos,
Aquel carruaje,
Vadeaba los caminos
Por mis paisajes
Transportando cosechas
Rumbo a estaciones
Ande no pasarian
Ni los malones.
“La
Bienvenida” es considerada pieza fundamental en la colección
expuesta en el museo. Allí se ha convertido en valor inestimable
que, contribuye de manera tangible a referir una época pasada. Es
sin lugar a dudas un bien cultural que excede las fronteras de
nuestro distrito.
Don Emilio hizo
colocar en su carro una leyenda que dice: “ Apoyo el progreso,
puentes y asfalto para el transporte, pero no se olviden de lo que
hicimos nosotros, sin nada y entre el barro”
Sirva éste
documento como testimonio que no solo no olvidamos a hombres como
Emilio Garbiso y su legado, sino que ellos son ejemplo permanente y
constante de una nación grande, construida a fuerza de sacrificio y
trabajo.
Agradecimientos:
Archivo Museo
Municipal “Punta Hermengo”, Miramar, Pcia Buenos Aires. Website:
www.museodemiramar.com.ar.
e-mail:
museomiramar@gmail.com.
Daniel Boh,
ilustraciones y gráficos.
Fuentes y
bibliografía:
Dos Importantes Barcos
que Pasaron por Miramar.
Por Daniel Boh. Museo
Municipal “Punta Hermengo” de Miramar. 2006.
jdanielboh@yahoo.com.ar
No todos saben que entre Miramar y
Mar del Sud se pueden ver, en marea muy baja, los restos de un
barco.
EL MADONNA DEL CARMEN
Recuerdo que con unos amigos (1975) hemos podido observar la
caldera que aun se mantenía en su sitio y que, como una ballena,
lanzaba un chorro de agua debido a que las olas presionaban el aire
en su interior. Por otra parte, para los que les gustan los objetos
navales, su ancla se encuentra en el parque de un domicilio
particular de Avda. 9 y 36 y que una de sus cadenas se exhibe en el
Museo Municipal “Punta Hermengo” de nuestra ciudad.
Investigando un poco hemos encontrado
que el mismo llegó hasta Tierra del Fuego en 1886, llevando equipo
para los lavaderos de oro, propiedad de Julius Popper, un personaje
digno de una película, muy famoso por poseer un ejercito propio,
acuñar monedas sin autorización y “cazar” a los aborígenes Onas,
versión que algunos aún discuten.
Según los archivos de la aseguradora,
el Madonna seguía a flote en 1909, por lo que creemos se hundió (o
encalló) en 1910/11. Siendo posible que este siniestro hiciera
necesaria la instalación de la Baliza Punta Hermengo (posteriormente
Faro Miramar) en 1915. Aunque en estos últimos tiempos ya es
difícil de ver, sus restos siguen ahí, generando leyendas y las más
diversas historias.
Cuentan los memoriosos que el supuesto tesoro estaba donde
hoy se levanta el edificio Playa 1 (Costanera y Avda.
Mitre). Se hablaba de un particular pozo en el lugar y que
al momento de la construcción de los cimientos, algunos
vecinos se acercaban al lugar con la esperanza de participar
del hallazgo del misterioso botín. Por otra parte y,
teniendo en cuenta algunas características de los hallazgos
de restos de embarcaciones en el lugar, hay que recordar que
la zona se denominaba “Ballenera” desde mas o menos 1830 y
no se sabe si se le impuso el mismo debido a restos de
ballena o a la presencia de uno de estos barcos de origen
inglés o norteamericano, que empezaban la caza de cetáceos
en aguas del Mar Argentino. Los maderos han sido donados al
Museo Municipal Punta Hermengo de nuestra ciudad, que ya
posee una cadena que seguramente era de esa nave.
EL CORUNNA
En la edición de septiembre de 1904
de la Revista Caras y Caretas aparece la fotografía de un gran
velero encallado en las costas de Miramar. Se trataba de la fragata
inglesa Corunna que encalló por la tormenta de Santa Rosa el 31 de
agosto. Según cuentan las crónicas, los mástiles se veían sobre los
médanos, ya que la misma estaba a la altura del cementerio. La
fotografía fue tomada por el sr. José María Dupuy y enviada a la
publicación.
Debido al mal tiempo cundió la
desesperación en los tripulantes, tirándose al agua un marinero
noruego llamado N. Hamsen que se ahogó en el intento. El buque fue
evacuado y abandonado por un tiempo ya que tenía agua en su
interior. Posteriormente se logró zafarlo y llevarlo a Montevideo en
donde quedó como depósito durante años, abandonado debido a que no
se justificaba su reparación. Puesto que era un navío de buena
construcción, fue luego reparado por la Marina uruguaya y una
empresa particular. Debido a la Primera Guerra Mundial fue comprado
por una empresa francesa a un precio muy alto. Equipado luego por la
Oriental Navigation Corp. de New York de la familia Dodero y
rebautizado “La Época” (dicen que eso trae mala suerte) fue enviado
a Europa.
El 29 de octubre de 1917,
navegando desde New York con 1.400 toneladas de tabaco, acero,
clavos, aceite lubricante y 1200 rollos de papel para diarios, fue
interceptado por el submarino alemán U-93, cerca de Gironda
(Francia). Le disparó 11 cañonazos sin lograr hundirlo. Entonces lo
abordaron, retiraron objetos valiosos y le colocaron explosivos que
lo llevaron a pique. Afortunadamente la tripulación fue rescatada
esa misma noche por dos barcos balleneros.
Existen otros cascos de buques
hundidos en nuestras costas y estamos investigando sobre ellos. La
idea es poder acercar la mejor información sobre nuestra historia
incorporando los conocimientos de los diversos especialistas en cada
tema, demostrando así que en nuestra zona ocurrieron hechos dignos
de ser contados.
En las amplias costas de
nuestro distrito aún existen restos de varios naufragios junto a sus
respectivas realidades y leyendas.
Referencias:
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museo miramar argentina
museo miramar argentina
museo miramar argentina
museo miramar argentina
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A lonja y Guitarra
lunes, 29 de septiembre de 2014
LA CHATA GRANDE
los payadores
osé Larralde
Sus discos han llegado a venderse no sólo en Argentina sino también en muchos otros páises como Alemania, México, Brasil, Colombia, Venezuela, Uruguay, Chile, España... llegando a superar los doce millones de copias vendidas y su obra más popular "Herencia pa' un hijo gaucho" vendió más de cinco millones de copias.
En 1995 ganó el premio Konex como mejor cantante masculino de música folklórica.
En 1995 y 1996 ganó el premio ACE (Asociaciónd de Cronistas de Espectáculo)
Entre sus obras destacadan: Herencia pa' un hijo gaucho, A las once menos cuarto, Patagonia entre otros.
Wilson Saliwonczyk
En 2005 crea el movimiento internacional de improvisadores llamado Juglares del Mundo.
Santos Vega
A partir de la leyenda de Santos Vega dio origen a numerosas poesías, por ejemplo "Los mellizos de la flor" de Hilario Ascasubi, "Santos Vega y su amigo Carmona" de Eduardo Gutiérrez o "Santos Vega" de Rafael Obligado.
Santos Vega también tuvo una película en los cines argentinos, además de diversas obras de teatro.
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domingo, 3 de agosto de 2014
lunes, 28 de abril de 2014
A LONJA Y GUITARRA
SALUDO A TODOS LOS OYENTES DE "A LONJA Y GUITARRA"PROGRAMA GAUCHO QUE TRASMITE TODOS LOS DOMINGOS L.U.3 DE 7 A 9 Y CONDUCE NESTOR PERALTA LURO
A .M. 1080 DEL DIAL EN BAHIA BLANCA POR INTERNET WWWLU3ONDAS.COM.AR
A .M. 1080 DEL DIAL EN BAHIA BLANCA POR INTERNET WWWLU3ONDAS.COM.AR
martes, 5 de marzo de 2013
viernes, 11 de enero de 2013
domingo, 30 de septiembre de 2012
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